Listo. Se acabó la telellorona. Después de tanto retraso, berrinche y pataleta, finalmente habemus presidente. No me parece la mejor opción, pero es lo que el país eligió. Pedro Castillo fue proclamado, por fin, ganador de las elecciones presidenciales.

Nuevo día de elecciones, nueva segunda vuelta, nueva polarización y nueva incertidumbre sobre por quién votar. Y esta vez no iba a decir nada, porque esta vez tengo incluso menos ganas que en las elecciones pasadas de hablar sobre este tema, dado que ninguna de las opciones que han pasado a esta segunda vuelta representan (para mí) una opción que merezca el cargo más alto que pueda ocupar peruano alguno en nuestro país. Pero algo diré, al menos para desahogarme y quitarme la preocupación de que la única opción es elegir a uno (y solo uno) de estos dos.

Falta menos de una semana para las elecciones presidenciales 2021. Hemos visto ya las clásicas propagandas y «avisos políticos contratados» de los candidatos ofreciendo de todo, desde la fórmula mágica para desterrar al coronavirus hasta una nueva Constitución Política que remplace a la cuestionada Carta Magna de 1993. Y después incluso de escuchar a los 18 candidatos al sillón presidencial exponer y confrontar sus propuestas en el debate presidencial organizado por el Jurado Nacional de Elecciones, el actual escenario de cara al 11 de abril es, cuanto menos, incierto.