Al hoy expresidente Martín Vizcarra se le puede criticar de muchas cosas. Que no fue elegido por el pueblo para ser presidente (asumió la presidencia del Perú después que el anterior Congreso vacó a PPK). Que tomó malas decisiones ante la mayor crisis sanitaria mundial de los últimos años. Que está involucrado en actos de corrupción, que estos debe ser investigados y, de resultar culpable, que cumpla la sentencia correspondiente. Todo eso puede ser cierto, pero nada justifica toda la maquinaria que ha venido haciendo nuestro impresentable Congreso de la República para sacar a Vizcarra de la presidencia, la misma que finalmente logró su objetivo hace un par de días al admitir su segundo intento de vacancia presidencial. Un hecho (uno más de una larga lista) que demuestra lo que ya todos sabemos: Que para algunos el ansia de poder y el revanchismo político pesan más que el país y la ciudadanía al quienes dicen ellos representar.

El 9 de noviembre del 2020, y tras un primer intento fallido, lograron su «gran objetivo». Con una sorprendente mayoría de votos a favor (de 105 congresistas), se aprobó la moción de vacancia contra Martín Vizcarra, quien asumiera el mando sustituyendo a un renunciante Pedro Pablo Kuczynsky, y hoy ya no es más el presidente del Perú. Y lo peor de todo es que no pudieron elegir peor momento para hacerlo, justo ahora que comenzamos a recuperarnos de la terrible pandemia de la COVID-19 en todo el mundo y faltando ya pocos meses para que elijamos nuevos gobernantes. ¿Tanto apuro tenían? ¿Tantas ganas de cobrarse su revancha tuvieron? ¿O es simple y llanamente que la sed de poder, las repartijas y la corrupción pudieron más? Con esto simplemente queda demostrado que el al Congreso no le importa un rábano el Perú, la estabilidad política o la búsqueda del bien común pese a las diferencias de pensamiento e ideas. No, ellos solo querían tumbarse al gobierno para poder hacer lo que les de su regalada gana sin que nadie le estorbe ni les ponga freno.

Porque una cosa es el desacuerdo, la crítica o la fiscalización, y otra el ensañamiento y la venganza política. Porque con Vizcarra se han ensañado. Este congreso se ha ensañado contra un gobierno que, al margen de sus errores (que los ha tenido, hay que decirlo), venía haciendo frente con acciones a la actual crisis sanitaria al tiempo que buscaba reactivar la economía del país después de meses de cuarentena obligatoria a causa del coronavirus. ¿Qué será lo que no le perdonan? ¿Que su antecesor PPK le haya ganado a Keiko democráticamente en elecciones? ¿Que le haya hecho el pare a su partido Fuerza Popular? ¿Que haya disuelto un Congreso obstruccionista? ¿Que haya puesto mano dura respaldando a la SUNEDU? ¿Que se metiera con el ala conservadora al mantener el enfoque de génro en el currículo nacional de educación? ¿Que se haya aprobado que los alimentos procesados lleven octógonos con información nutricional y advertencias de salud? ¿Que no les ligara su primer intento de «vacancia express» y se les haya adelantado convocando a las próximas elecciones?

El próximo año se vienen nuevas elecciones. Espero solamente que la «memoria de corto plazo» de la que tanto nos quejamos no nos afecte esta vez y recordemos a esos 105 individuos que nos trajeron este resultado. No era el momento, no era la forma, pero esta vez la angurria por el poder pudo más. Y las consecuencias las sufriremos todos los peruanos.

Foto de portada: Diario Perú21